Todo comienza con un dolor de cabeza y Loreena Mc Kenitt.

Un hombre descubre que todo lo que mete en su cajón desaparece. 

Un cliente se deja una oreja en la parte trasera de un taxi y empiezan a llover niños del cielo.

Una estríper que se demora en exceso explicando con detalle las prendas que se va a quitar.

 Dos jóvenes, sentados cada uno en su malecón, con un océano de por medio, que comienzan a quedar todas las tardes. 

Unos adolescentes que para entretenerse matan la tarde siguiendo a un pobre.

 ¿Qué se mueve en una relación de pareja cuando aparece en su vida un tercero, un vibrador? Desprende «Si te huele el pelo a gasolina» un tufillo, un telón de fondo a alienación, tanto, que en un principio se iba a titular «Cubículos», como ese lugar externo que nos atrapa, pero cuyos barrotes minuciosamente cada uno va labrándose a sí mismo.