El nuevo libro de César Beceiro

Me presento

Soy César Beceiro.
Escribir es un refugio, una caricia
« Nací en 1973, un buen año para nacer pero no tan bueno para comprar gasolina. Fue el año de la crisis del petróleo y el golpe de estado a Salvador Allende, igual por eso siempre he estado de crisis en crisis, sorteándolas como se ha podido. Mi nombre, César Augusto, me lo puso mi abuela, se ve que tenía mando en plaza, y unas expectativas altas, de emperador para arriba. Nací en una familia que había sido de alcurnia. Mi abuela vivió con Valle-Inclán, era su tío. Y también era prima de Cela. Mi abuela era como uno de esos hidalgos, de glorioso pasado y dinero menguante que guarda el orgullo elitista de ser diferente. Fui el mayor de cuatro hermanos, es decir me destronaron tres veces. Soy un destronado, no es de extrañar que saliera republicano. Perfeccionista, menos mal, porque con estos mimbres si no lo soy…

Querido lector(a):

Te amo. No lo voy a decir más veces ni me prodigo mucho diciendo estas cosas por ahí. Sé que suena a broma pero no lo es. Y no te amo porque hayas leído algo que haya escrito yo. Fíjate que te he llamado lector(a), no necesariamente mío.

Lo que amo de ti es que en un mundo en el que leer compite con tantas opciones de ocio, con Netflix y los videojuegos y Facebook y los vídeos esos cortos que te dejan hipnotizado y la bolera, y los restaurantes veganos, los scape rooms, youtube, tik tok, el tetris, el cine, incluso la televisión que ya anda moribunda, tantos gigantes del entretenimiento fácil, opciones todas ellas dignas y tan a la mano, tú perseveras leyendo y haces que el mundo sea mejor. Eres la última esperanza. Porque leer nos hace mejores.

 

Leer es el compendio de una infinidad de verbos que nos hacen humanos: imaginar, relacionar, pensar, querer, perseverar, conectar el mundo interno de dos personas, compartir una herida. Y si, por alguna causa que desconozco, te has topado con algo que yo haya escrito y le has dedicado una parte de tu tiempo, te lo agradezco infinito, porque sé que lo que escribo, en su imperfección, necesita una mente abierta que al leerlo lo complete y lo dote de un sentido: tu mente, que a veces, muchas veces, encuentra algo que va más allá de mi intención.

Los que escribimos, yo nunca me atreveré a llamarme escritor, palabra gruesa, sabemos que lo que hacemos es algo que parte de una herida, ese es el origen, pero que para cobrar vida ha de ser leído. Es algo dado para ser visto, y que, por tanto, nace dos veces. Dos nacimientos. Y el segundo depende exclusivamente de ti.

Sin ti, lector(a), nada de lo escrito existiría. ¡Gracias por tanto!

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